7 de agosto de 2025
El avance de importadoras vacía el mercado interno: empresas como Kenvue cerraron su planta en Pilar y ahora importan su producción desde Brasil, manteniendo operaciones locales solo para logística. Otro dato revelador: las importaciones crecieron un 34,6% en el último semestre, con un pico del 53,2% en junio, impulsadas por la estrategia de cerrarle la puerta a lo nacional.
El resultado: fábricas, talleres y proveedores pierden clientes, y el empleo en la industria se derrumba.
Desde diciembre de 2023, la gestión Milei ha impulsado una ola de despidos estatales sin precedentes:
Se eliminaron más de 54.000 puestos de trabajo, según el CEPA, lo que representa un recorte del 15,8% del empleo público.
En organismos centrales y empresas del Estado, la caída alcanzó hasta el 80% de las plantillas en algunos casos, como en Télam o Vialidad.
Las renovaciones de contratos fueron prácticamente nulas, y se cerraron o fusionaron organismos clave.
Pero el ajuste estatal no se vio compensado por una reactivación en el sector privado:
Contrariamente a lo que muchos esperaban, la pérdida de empleos públicos no fue absorbida por la industria privada:
Entre enero 2024 y enero 2025 se perdieron 79.800 empleos privados registrados, especialmente en la construcción y la industria manufacturera.
A abril de 2025, se destruyeron 104.600 empleos asalariados privados, mientras que solo se incorporaron 88.600 monotributistas, una cifra insuficiente para compensar la caída.
En los últimos meses, el empleo formal privado mostró leves caídas (0,1% o 0,2% mensual), reflejo de una recuperación que no llega.
Menos empleo -ya sea estatal o privado- implica menor poder de compra y menor consumo interno. Los productos importados parecen una opción barata, pero dejan el dinero fuera de la economía real, sin generación de empleo ni inversión local. El círculo se cierra: menos producción, menos empleo, menos consumo, aún más dependencia de importaciones.
El combo de cierre industrial, despidos estatales masivos y falta de recuperación en el empleo privado configura una tormenta perfecta. El país está perdiendo su capacidad productiva y su sustento económico.
Sin una reversión visible en la estrategia del gobierno -con protección inteligente, estímulo a la producción local y acompañamiento al empleo- esta tendencia puede devenir en crisis estructural: más pobreza, menos industria y un país relegado al rol de gran consumidor de producción extranjera.
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