21 de julio de 2025
El termo, ese compañero inseparable del mate en la vida cotidiana de los argentinos, está en el centro de una problemática que afecta directamente a la industria nacional. Según datos oficiales, entre enero y mayo de 2024 se importaron 3.116.000 termos, una cifra que representa un fuerte aumento respecto a años anteriores. El principal origen de estas compras es China, cuyas fábricas logran ofrecer productos a precios mucho más bajos que los locales.
Este fenómeno no es nuevo, pero se intensificó en los últimos meses debido a la apertura de importaciones, la caída del consumo interno y la falta de políticas que protejan a los fabricantes nacionales. Las consecuencias ya se sienten en empresas como Lumilagro, una de las marcas más reconocidas del país, que se vio obligada a reducir su producción por la fuerte caída en las ventas.
Desde el sector industrial explican que producir un termo en Argentina cuesta entre tres y cinco veces más que importarlo desde China. Esto se debe, principalmente, a la combinación de altos costos laborales, carga impositiva, inflación, tarifas y dificultad para conseguir insumos a precios competitivos. En contraste, las empresas asiáticas producen a escala masiva, con costos muy bajos y financiamiento accesible, lo que les permite vender a precios difíciles de igualar.
Además, los fabricantes argentinos no compiten sólo en precio, sino también en tiempos de entrega y visibilidad en grandes cadenas de supermercados y plataformas online, donde los productos importados suelen ocupar los primeros lugares por costo.
La situación genera preocupación entre trabajadores, cámaras del sector y empresarios PyMEs, que advierten que esta dinámica pone en riesgo la continuidad de muchas firmas nacionales. Algunos incluso alertan sobre posibles despidos si las condiciones no se revierten en el corto plazo.
Desde el Gobierno, distintas áreas vienen analizando el impacto de las importaciones en industrias sensibles. Sin embargo, aún no se han tomado medidas concretas para frenar el ingreso masivo de productos que compiten directamente con el trabajo argentino. Mientras tanto, la producción local de termos -y de muchos otros productos manufacturados- sigue perdiendo terreno frente a la lógica de apertura comercial sin filtros.
Para los industriales, el problema no es el comercio internacional en sí, sino la falta de condiciones equitativas. "No podemos competir con un producto chino que cuesta menos que nuestros insumos", sostienen desde una fábrica del conurbano bonaerense. Reclaman una estrategia de desarrollo que proteja a sectores estratégicos, fomente el consumo de lo nacional y promueva la inversión en tecnología y productividad.
El caso de los termos refleja un dilema mayor: cómo equilibrar precios accesibles para los consumidores sin destruir el entramado productivo nacional. En ese equilibrio está en juego no solo la continuidad de algunas empresas, sino también el empleo, la innovación local y la soberanía industrial.
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