28 de noviembre de 2025
Los datos consolidados muestran que la provincia de Buenos Aires atravesó una caída del 2,8 % en la cantidad de trabajadores registrados entre noviembre de 2023 y agosto de 2025. Este retroceso equivale a más de 90.000 empleos formales menos y representa uno de los períodos más críticos para el mercado laboral bonaerense en la última década.
La caída del empleo se desarrolló de manera constante, acompañando la contracción de la actividad económica, la baja del consumo, los costos financieros elevados y la menor inversión privada. Muchos sectores operaron con niveles de demanda por debajo de lo necesario para sostener estructuras laborales estables.
En paralelo al retroceso del empleo formal, la provincia perdió 4.660 empleadores registrados, lo que marca una disminución también del 2,8 % en el total de empresas activas. La gran mayoría de estas firmas eran pequeñas y medianas empresas, que explican casi el 100 % de la reducción.
El cierre o paralización de firmas tiene un impacto doble: no solo desaparecen puestos de trabajo actuales, sino que se reduce la capacidad de generar empleo futuro. La pérdida de empleadores es un indicador crítico del estado de un entramado productivo.
La contracción no fue homogénea; algunos sectores fueron particularmente impactados:
Industria manufacturera: caída marcada en empleo y empresas, afectando fábricas, talleres y producción local.
Construcción: uno de los rubros más golpeados, afectado por la paralización de obras privadas y la fuerte reducción de obra pública.
Transporte y almacenamiento: disminución de trabajadores registrados y empleadores, en un contexto de menor actividad logística.
Comercio y servicios relacionados a vehículos: también registraron retrocesos significativos.
Estos sectores son generadores estructurales de empleo en la provincia, por lo que su caída amplifica el impacto sobre la economía regional.
Las pequeñas y medianas empresas fueron el núcleo del deterioro. De las 4.660 empresas que dejaron de operar, más del 99 % eran pymes. Esto demuestra la vulnerabilidad del sector frente a ciclos de recesión prolongada, costos elevados y dificultades para acceder a financiamiento.
En términos de empleo, la pérdida se repartió de forma casi equitativa entre pymes y grandes empresas. Las pymes concentraron cerca del 51 % de los empleados perdidos, mientras que las grandes firmas explicaron el 49 % restante.
El retroceso en empleo y empleadores tiene consecuencias estructurales:
Menor dinamismo productivo y pérdida de capacidad instalada.
Caída de la demanda interna, afectando a proveedores y servicios.
Incremento de la informalidad laboral y empleos precarios.
Riesgo de deterioro fiscal por menor recaudación.
Disminución del atractivo provincial para nuevas inversiones.
La contracción simultánea del empleo y del universo empresarial provoca un círculo negativo difícil de revertir sin políticas activas y previsibilidad macroeconómica.
La recuperación del empleo formal en la provincia exige:
Políticas industriales orientadas a reactivar sectores estratégicos.
Incentivos a la inversión productiva y al financiamiento de pymes.
Programas de reducción de costos operativos y alivio fiscal.
Estrategias de diversificación productiva y fomento exportador.
Mejora de las condiciones macroeconómicas que permitan estabilidad y planificación.
El desafío es reconstruir el ecosistema laboral y empresarial tras un período de fuerte contracción.
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