Durante noviembre, la balanza energética tuvo un rol central en el saldo positivo del comercio exterior argentino. De acuerdo con los datos oficiales, el sector explicó más de un tercio del superávit comercial, confirmando una tendencia que se viene consolidando a lo largo del año.

El desempeño positivo se sustentó en dos factores principales: el aumento sostenido de las exportaciones energéticas, impulsadas por la producción de Vaca Muerta, y la menor necesidad de importar energía gracias a una mayor disponibilidad de oferta local y condiciones climáticas favorables.

Este resultado refuerza la relevancia del sector energético como pilar del ingreso de divisas genuinas y como amortiguador de tensiones externas.

Exportaciones de petróleo y gas en crecimiento

El principal motor del aporte energético al superávit fue el crecimiento de las exportaciones de petróleo crudo y gas natural. La mayor producción no convencional permitió sostener envíos a mercados regionales y, en el caso del crudo, ampliar la colocación en destinos internacionales.

El aumento de los volúmenes exportados se combinó con precios internacionales que, si bien mostraron volatilidad, se mantuvieron en niveles que permitieron ingresos relevantes para el país. Esto consolidó al complejo energético como uno de los sectores con mayor capacidad de generación de dólares en la actualidad.

Menor peso de las importaciones energéticas

Otro elemento clave fue la reducción de las importaciones de energía, especialmente de combustibles líquidos y gas natural. La mejora en la producción local, junto con una administración más eficiente del sistema energético, permitió disminuir la dependencia de compras externas.

La menor importación tuvo un impacto directo en la balanza comercial, ya que históricamente la energía fue uno de los principales factores de déficit externo. El cambio de signo en este rubro representa una transformación estructural en la economía argentina.

Vaca Muerta y la transformación del sector

El aporte creciente de la balanza energética está directamente vinculado al desarrollo de Vaca Muerta, que continúa expandiendo su producción de petróleo y gas. La cuenca neuquina se posiciona como el eje central del cambio estructural del sector, con impacto en exportaciones, sustitución de importaciones y generación de empleo.

La mayor producción no solo abastece el mercado interno, sino que genera excedentes exportables que fortalecen la posición externa del país. Este proceso requiere, sin embargo, continuidad de inversiones, ampliación de infraestructura y previsibilidad regulatoria.

Impacto macroeconómico y fiscal

El aporte del sector energético al superávit comercial tiene efectos macroeconómicos relevantes. El ingreso de divisas contribuye a:

• Fortalecer las reservas internacionales.

• Reducir presiones sobre el tipo de cambio.

• Mejorar la sostenibilidad de la balanza de pagos.

• Disminuir la vulnerabilidad externa de la economía.

Además, el desempeño positivo del sector también tiene impacto fiscal, a través de mayores ingresos por derechos de exportación, impuestos y regalías provinciales.

Un cambio de tendencia con desafíos pendientes

Si bien los datos de noviembre confirman un cambio de tendencia favorable, especialistas advierten que el desafío es sostener y ampliar este aporte en el tiempo. Para ello será necesario:

• Continuar ampliando la capacidad de transporte y evacuación.

• Asegurar reglas claras para exportaciones energéticas.

• Incentivar inversiones de largo plazo.

• Avanzar en proyectos de mayor valor agregado.

La consolidación del superávit energético dependerá de la capacidad del país para transformar el potencial productivo en resultados estables y previsibles.