27 de noviembre de 2025
El empleo privado registrado volvió a caer con fuerza en agosto, consolidando una tendencia contractiva que se profundiza desde principios del año. Se trata de la mayor caída mensual registrada hasta el momento, afectando principalmente a sectores intensivos en actividad productiva y servicios dependientes de la demanda interna.
El retroceso se da en un contexto de desaceleración económica, recomposición de precios relativos y reconfiguración del entramado empresarial. Las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, enfrentaron menores niveles de facturación y un aumento en sus costos operativos, lo que derivó en la reducción de dotaciones, pausas en nuevas contrataciones y reordenamientos internos.
Mientras el empleo privado formal mostró una caída significativa, el empleo público registró una reducción más moderada. Esta divergencia se explica por varias razones:
El sector público suele ajustar con retrasos, de forma más gradual y bajo marcos regulatorios específicos.
La administración estatal mantiene estructuras de personal más estables, incluso en períodos de baja actividad económica.
El empleo privado reacciona de manera inmediata a los ciclos productivos y a la situación financiera de las empresas.
El resultado es una brecha creciente entre ambos segmentos: el sector privado continúa absorbiendo la mayor parte del impacto económico, mientras que el público presenta cambios acotados.
La caída del empleo privado estuvo liderada por actividades directamente vinculadas con la industria, el comercio y la construcción. Estos sectores presentan alta sensibilidad a la demanda interna, al costo del crédito y al nivel de inversión.
Industria: registró una disminución en la ocupación por la menor utilización de capacidad instalada y la retracción de nuevos proyectos.
Comercio: afectado por la caída del consumo, redujo personal y limitó contrataciones.
Construcción: uno de los sectores más impactados, especialmente por la parálisis de obras privadas y la menor ejecución de proyectos públicos.
En cambio, segmentos relacionados con la tecnología, la energía y los servicios profesionales mostraron un comportamiento más estable, aunque sin grandes expansiones.
El deterioro del empleo privado no fue homogéneo. Provincias con fuerte peso industrial o comercial sufrieron mayor caída, mientras que aquellas con presencia de sectores energéticos, minería o economías regionales exportadoras mostraron una resistencia relativa.
Regiones con desarrollo petrolero y minero tuvieron un impacto menor, debido a la continuidad de inversiones y a la demanda sostenida de mano de obra especializada. En cambio, áreas con predominio de pymes orientadas al mercado interno experimentaron contracciones más profundas.
Frente a la caída de la actividad, las empresas implementaron diversas estrategias para sostener operaciones: reorganización de turnos, renegociación de costos, automatización parcial de tareas, reducción de horas extra, suspensión de contrataciones y optimización de estructuras administrativas.
El avance de la digitalización y la adopción de herramientas basadas en inteligencia artificial también se aceleraron, especialmente entre compañías que buscan mejorar productividad sin incrementar planteles.
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