25 de noviembre de 2025
Argentina registró el superávit energético más alto de su historia reciente, resultado directo de la expansión productiva en Vaca Muerta y de la mejora estructural de la balanza comercial del sector. El proceso de sustitución de importaciones de gas, sumado a una mayor disponibilidad de crudo para refinación y exportación, permitió revertir más de una década de déficits energéticos recurrentes.
Para el sector industrial, este cambio trae implicancias estratégicas: disponibilidad de insumos a menor costo relativo, mayor estabilidad de oferta y oportunidades para la cadena de valor energética en múltiples provincias. La mejora está estrechamente vinculada con la consolidación del shale argentino, que atraviesa su etapa más dinámica desde el inicio del desarrollo no convencional.
La producción de petróleo alcanzó un crecimiento superior al 10 % interanual, posicionándose como el mayor salto productivo en varios años. Dentro de esa expansión, el segmento no convencional volvió a ser protagonista, con incrementos sostenidos en pozos de alta productividad y mejores factores de recuperación.
En paralelo, la producción de gas natural también marcó cifras históricas para un ciclo estacional de alta demanda. La ampliación del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, junto con mejoras en la infraestructura de transporte y compresión, permitió incorporar mayor volumen doméstico y reducir significativamente la necesidad de importaciones de GNL y combustibles líquidos.
Este doble avance -más petróleo y más gas- explica la consolidación del superávit energético, y fortalece la posición de Argentina como proveedor regional frente a mercados vecinos que requieren seguridad de abastecimiento.
El nuevo escenario productivo permitió que las exportaciones de petróleo y derivados aumentaran notablemente, con una mayor participación de crudos provenientes de Vaca Muerta. Varias operadoras consolidaron contratos de venta a Chile, Estados Unidos y otros mercados, lo que generó ingresos adicionales en dólares y reforzó el flujo de divisas.
En el caso del gas, el país también amplió su capacidad de exportación estacional hacia Chile y Brasil, aprovechando una mayor disponibilidad interna. La tendencia se profundizará a partir de 2026, cuando entren en funcionamiento nuevas obras complementarias para transporte y almacenamiento.
La expansión energética tiene un impacto directo en la cadena industrial vinculada al sector. Empresas metalmecánicas, firmas de ingeniería, proveedores de servicios petroleros, compañías logísticas y operadores de infraestructura se ven beneficiados por un mayor nivel de actividad.
El superávit energético, al mejorar la previsibilidad del sector, también genera condiciones más favorables para atraer inversiones. En Vaca Muerta, la tendencia apunta a una fase de industrialización del shale, con mayor incorporación de tecnología, digitalización de operaciones, automatización, inteligencia artificial aplicada y estándares más estrictos de eficiencia operativa.
A pesar del récord, el sector enfrenta desafíos estructurales que deberán resolverse para sostener la tendencia:
Necesidad de ampliar la infraestructura de transporte de crudo y gas para evitar cuellos de botella.
Inversión en plantas de almacenamiento, compresión y nuevas conexiones transfronterizas.
Adecuación regulatoria para facilitar contratos de exportación de largo plazo.
Equilibrio entre producción creciente y objetivos de transición energética global.
La capacidad del sistema energético para mantener el ritmo dependerá de decisiones de inversión y de políticas claras que permitan una expansión sostenible y competitiva.
El récord del superávit energético y el mayor nivel histórico de producción en Vaca Muerta representan un punto de inflexión para el sector energético argentino. El país pasó de ser un importador neto a consolidar su perfil exportador, con impacto directo en divisas, actividad industrial y estabilidad del mercado interno.
El desafío ahora es sostener este ciclo virtuoso mediante más infraestructura, innovación tecnológica y políticas que permitan a Argentina consolidarse como un actor energético de escala internacional.
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