26 de septiembre de 2025
La industria manufacturera argentina volvió a mostrar signos de debilidad. De acuerdo con el relevamiento del Centro de Estudios de la UIA, la producción industrial cayó 3% interanual en agosto, mientras que en la comparación con julio se mantuvo prácticamente sin cambios, consolidando un estancamiento preocupante.
Los resultados confirman que la recuperación todavía no llega al sector fabril, que enfrenta múltiples restricciones tanto en el frente interno como externo. Aunque en los primeros ocho meses del año la actividad muestra un aumento acumulado del 5%, este dato obedece únicamente a la comparación con los bajos niveles de 2023, fuertemente afectados por la sequía.
El informe de la UIA detalla caídas significativas en varios rubros clave:
Construcción: los despachos de cemento retrocedieron un 9%, reflejando la menor dinámica de la obra pública y privada, muy afectada por el encarecimiento del financiamiento.
Maquinaria industrial: mostró una contracción del 13% en los patentamientos, lo que refleja la postergación de inversiones en bienes de capital.
Metalmecánica: presentó una baja del 2,3%, evidenciando la retracción de la demanda interindustrial.
Automotriz: registró una caída del 7%, impactada por la merma en las exportaciones a Brasil, principal socio comercial de la Argentina en este segmento.
Estos datos confirman que el retroceso no es puntual ni aislado, sino que afecta transversalmente a distintos sectores productivos.
El acumulado interanual hasta agosto muestra un incremento del 5%, pero los analistas de la UIA subrayan que este dato no refleja una verdadera expansión. La comparación se hace contra un 2023 marcado por la sequía histórica, que desplomó la producción agrícola y, en consecuencia, la demanda de insumos industriales relacionados.
Por lo tanto, el supuesto crecimiento acumulado responde más a un "efecto rebote estadístico" que a una mejora real de la actividad fabril.
La encuesta cualitativa que acompaña al informe de la UIA arrojó resultados preocupantes sobre la confianza del sector.
43,5% de las empresas reportó una caída en sus ventas.
36,3% indicó una reducción de la producción.
24,4% señaló recortes en el personal ocupado, el nivel más alto de la serie histórica.
La baja del consumo interno, mencionada por el 40% de las compañías, se consolida como la principal preocupación. A ello se suma la pérdida de demanda interindustrial, señalada por el 22,5% de las firmas.
En este contexto, la visión empresarial sobre el futuro cercano es de cautela, con muy pocas expectativas de mejora en lo que resta del año.
La UIA identifica tres grandes factores detrás del estancamiento industrial:
Debilidad del mercado interno: la pérdida de poder adquisitivo de los hogares limita el consumo de bienes durables y semidurables.
Altas tasas de interés: encarecen el crédito y restringen el acceso de las pymes al financiamiento necesario para operar.
Menor dinamismo exportador: la caída de la demanda de Brasil y la reducción de la liquidación de divisas del agro afectan la actividad en sectores vinculados.
La conjunción de estos factores genera un escenario de presión sobre márgenes y costos, especialmente en las pequeñas y medianas industrias.
Uno de los efectos más preocupantes de la caída industrial es su impacto sobre el empleo. La reducción del personal reportada por casi una cuarta parte de las empresas es un dato alarmante, ya que el sector fabril es uno de los mayores generadores de puestos de trabajo directos e indirectos.
Las pymes son las más expuestas. Representan más del 70% del empleo industrial y son las que enfrentan mayores dificultades para acceder a financiamiento o sostener su nivel de ventas en un contexto de retracción del consumo.
La UIA advirtió que, de no revertirse esta tendencia, se corre el riesgo de pérdida de capacidades productivas de largo plazo, algo difícil de recuperar una vez que se pierden mercados y mano de obra calificada.
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