Durante noviembre, los cortes de carne vacuna mostraron un incremento promedio de más del 8%, con subas generalizadas tanto en cortes populares como en opciones de mayor valor. El ajuste se dio luego de varios meses de relativa estabilidad y volvió a colocar a la carne como uno de los principales impulsores de la inflación en alimentos.

La suba se reflejó en carnicerías, supermercados y canales mayoristas, con aumentos que variaron según el tipo de corte, la región y el canal de comercialización. Productos como asado, nalga, cuadril, paleta y carne picada registraron incrementos significativos, afectando directamente el gasto de los hogares.

Factores que explican el aumento

El encarecimiento de la carne vacuna responde a una combinación de factores estructurales y coyunturales:

Menor oferta de hacienda

La reducción del stock ganadero en determinados períodos y la menor disponibilidad de animales listos para faena generaron presión sobre los precios en el mercado de hacienda.

Incremento de costos productivos

Los costos de alimentación, sanidad, transporte, energía y mano de obra se incrementaron en los últimos meses, trasladándose gradualmente al precio final de la carne.

Ajustes en la cadena comercial

Las recomposiciones de márgenes en frigoríficos, matarifes y puntos de venta también influyeron en la suba, especialmente tras períodos donde los precios quedaron rezagados frente a la inflación general.

Contexto macroeconómico

La inflación acumulada, la volatilidad de costos y la incertidumbre económica impactan en toda la cadena cárnica, desde el productor hasta el consumidor final.

Impacto en el consumo interno

La carne vacuna es uno de los alimentos más representativos de la dieta argentina, pero los aumentos sostenidos vienen afectando el nivel de consumo per cápita, que muestra una tendencia descendente en los últimos años.

El encarecimiento de los cortes tradicionales impulsa un cambio en los hábitos de consumo, con mayor participación de proteínas alternativas como pollo y cerdo, que presentan precios más accesibles. También se observa una mayor demanda de cortes económicos y promociones puntuales.

Para los hogares, el aumento del 8% en un solo mes implica un ajuste significativo en el presupuesto destinado a alimentos, en un contexto donde otros productos de la canasta básica también registran subas.

Efectos sobre la inflación y la economía

El incremento en los precios de la carne tiene un impacto directo sobre los índices de inflación, debido a su peso dentro de la canasta alimentaria. Los ajustes en noviembre contribuyeron a acelerar el componente de alimentos y bebidas, uno de los rubros más sensibles para la medición del costo de vida.

Además, la evolución del precio de la carne influye en negociaciones salariales, expectativas inflacionarias y decisiones de consumo, amplificando su efecto sobre la economía real.

La mirada del sector ganadero y frigorífico

Desde el sector productivo señalan que el aumento responde a la necesidad de recomponer precios frente a un contexto de costos crecientes y márgenes ajustados. Productores y frigoríficos advierten que, sin una mejora en la rentabilidad, se dificulta sostener inversiones en genética, infraestructura y mejora productiva.

Al mismo tiempo, reconocen que la debilidad del consumo interno limita la capacidad de trasladar aumentos adicionales, lo que genera un delicado equilibrio entre precios, volumen de ventas y sostenibilidad del negocio.

Perspectivas para los próximos meses

Hacia adelante, la evolución de los precios de la carne dependerá de múltiples variables:

• Disponibilidad de hacienda para faena.

• Evolución de los costos productivos.

• Nivel de consumo interno.

• Dinámica de la inflación general.

• Eventuales cambios en políticas sectoriales.

Analistas del sector estiman que podrían darse nuevos ajustes moderados si los costos continúan en alza, aunque la demanda interna seguirá siendo un factor limitante.