15 de diciembre de 2025
En los últimos años Argentina experimentó una transformación significativa en su matriz de generación eléctrica. El peso de las fuentes renovables -principalmente eólica, solar fotovoltaica y en menor medida pequeñas centrales hidroeléctricas- se consolidó hasta representar el 25% de la generación total en 2025, una marca que supera cualquier registro previo del sector.
Este crecimiento no solo responde a la entrada en operación de nuevos proyectos, sino también a mejores condiciones de interconexión de redes, avances tecnológicos y esquemas de incentivos que facilitaron inversiones tanto públicas como privadas. El despliegue de parques eólicos y solares en diferentes regiones del país, integrados al Sistema Argentino de Interconexión, permitió dinamizar la oferta energética con menor costo marginal de producción.
El salto en la participación de renovables se explica por múltiples factores convergentes. En primer lugar, el desarrollo de grandes proyectos eólicos en la Patagonia y parques solares en el norte argentino elevó la capacidad instalada renovable conectada al sistema. Estos proyectos, muchos de ellos bajo contratos de largo plazo con generadores y distribuidores, aseguraron un aporte estable y competitivo de energía limpia.
Además, la incorporación de generadores distribuidos -como instalaciones solares en techos industriales, comerciales y comunitarios- amplió la base de capacidad instalada. Estos pequeños y medianos generadores no solo aportan energía al sistema, sino que también reducen picos de demanda y alivian la tensión sobre redes regionales.
Por otra parte, los avances en sistemas de gestión de redes y la mejora en la predictibilidad de recursos renovables (viento y radiación solar) permitieron optimizar la programación de despacho, reduciendo la dependencia de fuentes térmicas de mayor costo.
La creciente participación de renovables en la generación eléctrica tiene efectos directos sobre la competitividad de la industria argentina. Al abaratar el costo marginal de producción de energía, se reducen los costos operativos de sectores intensivos en electricidad como la metalurgia, la química, el agroindustrial y la manufactura en general. Esto se traduce en mayor eficiencia en la cadena productiva y mejor posicionamiento de productos argentinos en mercados globales.
Para grandes consumidores industriales, la mayor disponibilidad de energía renovable también implica nuevas oportunidades de contratos de suministro específicos, índices de huella de carbono más competitivos y mejor acceso a certificaciones ambientales.
La reducción de combustibles fósiles en la generación también contribuye a una menor exposición a la volatilidad de precios internacionales del gas y el petróleo, disminuyendo la presión sobre los costos energéticos del sistema.
A pesar del récord, la transición energética enfrenta desafíos estructurales. El primero es la integración de almacenamiento de energía para mitigar la intermitencia inherente de fuentes como la solar y la eólica. La incorporación de sistemas de baterías y soluciones de demanda flexible será clave para asegurar estabilidad operativa a medida que aumente la participación renovable.
Asimismo, la ampliación y modernización de redes de transmisión -especialmente para transportar energía desde regiones ricas en recursos renovables hacia los grandes centros de consumo- es un factor crítico. El fortalecimiento de corredores de alta tensión y la expansión de nodos de interconexión permitirán maximizar el aprovechamiento de parques instalados.
Otro desafío pasa por sostener el ritmo inversor en un contexto macroeconómico que requiere estabilidad regulatoria, incentivos claros y esquemas de financiamiento que faciliten proyectos de gran escala sin generar impactos presupuestarios negativos.
Con el 25% de generación total aportada por renovables en 2025, Argentina se posiciona como un caso relevante en la región en términos de transición energética. Las metas planteadas para la próxima década implican aumentar aún más la participación de renovables, profundizar la integración regional de mercados eléctricos y consolidar mecanismos de financiamiento que atraigan capital local e internacional.
La evolución de tecnologías de almacenamiento, mejoras en eficiencia y marcos regulatorios modernos serán determinantes para sostener el crecimiento de renovables y su aporte al desarrollo económico y productivo.
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