9 de diciembre de 2025
La provincia de Salta registró una pérdida superior a 11.000 puestos de trabajo formales, lo que representa uno de los peores desempeños laborales a nivel nacional en el último año. La situación se vio acompañada por el cierre de más de 450 empleadores, un dato que revela la magnitud del impacto sobre el entramado productivo local.
El deterioro no es aislado, sino que responde a un proceso prolongado de contracción del consumo, caída de actividad económica, ajustes empresariales y reducción del gasto público, que terminó afectando a prácticamente todos los sectores.
Las cifras muestran un retroceso acelerado que compromete la estabilidad laboral de miles de familias y evidencia una pérdida significativa de dinamismo económico.
La reducción del empleo formal en Salta golpea con mayor fuerza a actividades que tradicionalmente concentran mano de obra en la provincia:
Comercio: caída en ventas, costos crecientes y cierres de locales minoristas.
Construcción: paralización de obras públicas y privada, con despidos masivos.
Industria manufacturera: menor producción y reducción de turnos.
Servicios: fuerte impacto en gastronomía, hotelería, transporte y actividades administrativas.
Estos sectores ya venían debilitados desde períodos anteriores, pero la dinámica recesiva del último año aceleró la pérdida de puestos.
La desaparición de 450 empleadores revela un problema estructural profundo. El cierre de empresas implica no solo la pérdida actual de puestos de trabajo, sino también la reducción de la capacidad futura de generación de empleo.
La mayoría de las firmas que dejaron de operar eran pymes con planteles reducidos, altamente sensibles a la variación del consumo, la inflación y los costos operativos. La disminución de actividad, sumada a la falta de acceso a crédito y a un mercado interno debilitado, dejó a muchas compañías sin margen de sostener operaciones.
Esta contracción del universo empresarial limita la recuperación del empleo aún en escenarios de mejora económica.
La pérdida de más de 11.000 empleos formales se traduce en mayores niveles de informalidad, subocupación y precariedad laboral. Muchas familias salteñas dependen de actividades temporales o changas, especialmente en zonas rurales y suburbanas, lo que agrava la vulnerabilidad social.
El retroceso del empleo formal también repercute en el acceso a cobertura social, obra social, aportes previsionales y estabilidad salarial, profundizando desigualdades preexistentes.
Los efectos del deterioro laboral en Salta se amplifican sobre:
Proveedores locales, que ven caída de demanda.
Comercios, que enfrentan menor consumo.
Municipios, con reducción en recaudación.
Servicios esenciales, que absorben mayor presión social.
La caída del empleo formal constituye un círculo de retroalimentación negativa que afecta a sectores productivos, al entramado comercial y al conjunto de la economía provincial.
La recuperación del empleo en la provincia requiere una combinación de políticas y condiciones macroeconómicas que permitan reactivar la actividad. Entre ellas:
Estímulos para pymes, principal fuente de empleo.
Programas de obra pública y vivienda para impulsar la construcción.
Incentivos a la industria y servicios locales.
Financiamiento accesible para empresas en crisis.
Articulación entre sector público y privado para sostener el empleo registrado.
Sin un programa integral que combine inversión, estabilidad y reactivación del consumo, la tendencia podría continuar y profundizarse.
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