18 de agosto de 2025

AGRO

AGRO. Agro en pausa: alivio fiscal en el margen y 10 semanas de tormenta económica

Alivio parcial en el campo

La reducción de retenciones agrícolas anunciada por el Gobierno representa un alivio directo para el sector. Según el economista Jorge Ingaramo, esta medida mejora ligeramente los resultados productivos y es especialmente beneficiosa para quienes alquilan tierras, donde los márgenes eran insostenibles. Es un ajuste a medias, pero necesario en medio de tensiones sistémicas.

Sin embargo, desde el agro advierten que la baja no revierte todos los problemas. La rentabilidad sigue ajustada, y más allá de los porcentajes, la mejora es estructuralmente limitada. Las renovadas expectativas de inversión siguen supeditadas a condiciones estables y vinculadas a mejoras concretas en infraestructura y financiamiento.

Oscuridad macro: el entorno externo complica la ecuación

La baja de retenciones coincide con señales preocupantes en el frente macroeconómico. Ingaramo alerta sobre un escenario de alta fragilidad: un exceso de liquidez inmovilizada producto del desarme mal planificado de Leliq, tasas superiores al 69 % anual por letras Lecap que el Tesoro no pudo colocar en su totalidad, y un tipo de cambio sin valor de equilibrio claro, sostenido artificiosamente dentro de una banda por intervención del Banco Central.

Este combo complica el panorama: el crédito se enfría, el consumo se retrae y la actividad productiva queda a la deriva. El dólar, aunque bajo para el agro, no refleja equilibrios reales; si quien tiene pesos no los invierte en producción, el gasto se fuga -a veces literalmente- al consumo externo.

Ingaramo prevé unas próximas diez semanas de fuerte incertidumbre en tasas de interés, que solo comenzarán a despejarse tras las elecciones de octubre. Hasta entonces, el sector debe operar en un contexto de elevada inestabilidad financiera, sin previsibilidad para planificar ni operar.

Infraestructura, otra de las grandes asignaturas pendientes

La baja de retenciones se anuncia como un alivio al margen, pero el sector sigue reclamando definiciones estratégicas postergadas. Ingaramo subraya que, pese a los planteos repetidos en plataformas como la Exposición Rural, no existen respuestas ni plazos concretos para avanzar con la licitación de la hidrovía ni con la reactivación del transporte ferroviario de cargas. Ambos son engranajes clave para reducir costos logísticos y mejorar los ingresos reales del productor.

Sin mejoras en infraestructura, las ganancias son parciales y frágiles. El campo recibe un estímulo, pero sin las obras necesarias, la competitividad regional no crecerá, y el efecto podría diluirse en medio de una macroeconomía volátil.

Mejora fragmentaria, sin anclaje estructural

La baja de retenciones no es un error: alivia tensiones, mejora rentabilidades y permite respirar en el corto plazo. Pero no es una pirueta capaz de sostener la reactivación del agro sin políticas complementarias. La clave está en consolidar un marco de estabilidad macroeconómica, garantizar financiamiento productivo real, invertir en infraestructura y fijar reglas claras, transparentes y confiables.

Si esto no se hace, lo que se vive es un upgrade parcial en el margen del productor, pero sin sistema institucional que acompañe su expansión. Eso deja al sector a merced del escenario financiero: un pasito adelante, dos para atrás.

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