17 de junio de 2025

AGRO

AGRO. Cerdo importado: una estrategia costosa que no baja precios y hiere al productor local

El aumento de las importaciones

Entre enero y mayo, Argentina importó 24.303 toneladas de carne de cerdo, cifra que supera ampliamente las 3.939 toneladas del mismo periodo de 2024 y ya supera el total importado en todo ese año (19.351 t). Esta estrategia, impulsada por la necesidad de acceder a divisas y apuntalar la oferta interna, no logró estabilizar los precios domésticos.

El impacto sobre los precios

Lejos de reducirse, el precio al consumidor aumentó un 25,2%, superando tanto a la inflación general como a los incrementos salariales. También, los cortes importados no fueron baratos: su valor al mostrador subió un 19,8%, lo que evidencia que la llegada de carne extranjera pudo haber elevado los precios locales más que contenerlos.

La presión en los criadores

La faena de cerdos creció un 1,5% en el período, aumentando la oferta doméstica. Pero los costos de producción también subieron: un 12,7%, en línea con la inflación. En contraste, la media res y el capón vivo solo aumentaron un 3,7% y 4,1%, respectivamente. Resultado: los productores absorbieron gran parte de los costos sin trasladarlos al precio de venta, lo que erosionó su rentabilidad.


Quién se quedó con el margen

Según el análisis del consultor Juan Luis Uccelli, el eslabón que sacó rédito fue el comercial: distribuidores y minoristas habrían capturado los márgenes surgidos del diferencial entre el precio al productor y el consumidor. El experto afirma que "algunos justifican que el aumento de la carne vacuna y la disminución en su consumo 'obligó' a agregar mayor margen a la carne de cerdo", pero lo califica de "totalmente injusto".

Un esfuerzo para el país y poca ganancia local

Lo paradójico es que, para traer esta carne importada, Argentina gastó alrededor de USD 75 millones en solo cinco meses. Una suma significativa teniendo en cuenta la escasez de divisas.

El balance: una política diseñada para contener precios que, en la práctica, perjudicó a los productores nacionales, no logró reducir los valores al consumidor y elevó el déficit comercial por carne de cerdo. La lección es clara: no alcanza con aumentar la oferta, hace falta que fluya la rentabilidad hacia las pymes y los criadores.

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