La agroindustria argentina suma un nuevo motor de crecimiento: las legumbres. Con más de 750 mil toneladas producidas en la última campaña y una proyección exportadora firme, el país marca un récord histórico en el sector, consolidándose como uno de los principales proveedores mundiales de arvejas, lentejas y porotos.

La clave del crecimiento reside en la combinación de genética adaptada, incorporación tecnológica y diversificación de mercados, lo que ha permitido expandir el área sembrada, mejorar rendimientos y ganar competitividad frente a países como Canadá, Australia o Estados Unidos.

Según datos de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA), el 90% de la producción local se exporta, con destinos tan variados como India, Emiratos Árabes Unidos, España, Italia, Turquía, Argelia, Brasil, Colombia y Venezuela, entre otros. En total, se exportan más de 500 mil toneladas anuales, generando ingresos por más de USD 300 millones.

Una industria que avanza en valor agregado

El complejo legumbrero argentino no solo crece en volumen, sino también en sofisticación productiva. En las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Chaco y Buenos Aires, se multiplican los emprendimientos que incorporan procesamiento, clasificación, empaquetado y certificaciones internacionales, lo que permite competir en nichos de alto valor agregado.

Además, empresas del rubro trabajan para incorporar mayor trazabilidad y estándares de sustentabilidad, claves para abastecer a clientes exigentes en Europa y Asia.

Oportunidad global, desafíos locales

La demanda mundial de legumbres continúa en ascenso, impulsada por factores estructurales: hábitos alimentarios más saludables, crecimiento poblacional y expansión de dietas vegetarianas y veganas. En ese contexto, Argentina tiene ventajas comparativas en calidad, contraestación y logística.

Sin embargo, desde CLERA advierten que el potencial exportador aún está limitado por barreras internas: falta de infraestructura, presión fiscal, vaivenes macroeconómicos y demoras en acuerdos fitosanitarios que impiden ingresar a nuevos mercados.

Integración estratégica

Desde la industria proponen avanzar en una mesa de trabajo público-privada que permita articular una agenda estratégica para las legumbres, alineada con la política agroexportadora nacional. Entre las prioridades:

• Firmar protocolos sanitarios con China y otros mercados cerrados.

• Mejorar la infraestructura ferroviaria y portuaria del NOA.

• Acceder a incentivos para la industrialización regional.

• Ampliar líneas de financiamiento para acopios y plantas de procesamiento.

La visión de largo plazo es clara: transformar al complejo legumbrero en un pilar estructural del agro argentino, con desarrollo federal, agregado de valor y generación sostenida de divisas.