29 de mayo de 2025
La cadena cárnica argentina atraviesa un escenario crítico. En el primer trimestre de 2025, las exportaciones de carne vacuna sufrieron una contracción del 29,8% interanual, totalizando 114.940 toneladas peso producto (tn pp), según un informe reciente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra). El principal responsable de esta caída fue el drástico freno de las compras por parte de China, que redujo sus adquisiciones en un 46,1% respecto al mismo período de 2024.
El dato es contundente: China pasó de concentrar el 74,4% de los envíos cárnicos argentinos a representar solo el 57,2% en el primer trimestre del año. En valores absolutos, se exportaron 65.700 tn pp a ese destino, es decir, 56.200 toneladas menos. A pesar de un incremento del 21,4% en el precio promedio de venta a China, que alcanzó los USD 3.991 por tonelada, este aumento no compensó la fuerte retracción en el volumen. Así, los ingresos desde el gigante asiático cayeron un 34,6%, representando apenas el 40,5% de la facturación total del sector exportador.
En total, la industria frigorífica exportadora generó USD 647,8 millones en el período enero-marzo, un 7% menos que en el primer trimestre de 2024. El golpe no fue mayor solo gracias a una suba general del 32,5% en el valor promedio por tonelada, empujada por destinos que pagan mejor por cortes de mayor calidad. No obstante, estos nuevos mercados no logran compensar, en volumen ni en consistencia, el peso específico del comprador chino.
El repliegue de China no fue casual. A fines de 2024, el Ministerio de Comercio de ese país abrió una investigación sobre las importaciones de carne vacuna, impulsada por denuncias de la Asociación China de Ganadería y autoridades regionales, que acusaron a las compras externas de afectar a los productores locales. Entre 2019 y 2023, las importaciones de carne crecieron 64,9%, y solo en el primer semestre de 2024, el alza fue del 106,28% frente al mismo período de 2019.
Aunque no hay confirmación oficial de restricciones dirigidas específicamente a Argentina, la relación comercial bilateral muestra un deterioro evidente, con impacto directo en uno de los principales complejos exportadores del país. También se vieron afectados otros proveedores regionales como Brasil y Uruguay, aunque la magnitud de la caída argentina ha sido más severa.
La contracción de las exportaciones ganaderas es solo una parte de un cuadro más amplio y preocupante. Según datos del INDEC, Argentina acumuló en los primeros cuatro meses de 2025 un déficit comercial con China de USD 4.401 millones, convirtiéndolo en el país con el mayor saldo negativo comercial para el país, incluso por encima de Brasil. En ese lapso, las exportaciones argentinas a China bajaron un 14%, mientras que las importaciones desde China aumentaron un 81%.
Lo más alarmante es que China compra menos productos argentinos que países más pequeños como Chile o India, lo que evidencia una desconexión estructural en el intercambio bilateral, donde Argentina vende poco y compra mucho.
Los datos de marzo profundizaron la tendencia negativa. Se exportaron 35.600 tn pp de carne vacuna (sin hueso), un 12,9% menos que en febrero y 34,6% menos que en marzo de 2024. De ese total, 20.964 tn pp fueron destinadas a China, una baja mensual del 7,7% y una caída interanual del 46,2%. En otras palabras, China explicó un tercio de la caída mensual y casi toda la baja interanual del mes.
En cuanto a precios, el promedio de exportación general fue de USD 5.543 por tonelada, un 2,7% menos que en febrero, pero 29,9% más que hace un año. En el caso puntual de China, el valor alcanzó USD 3.923 por tonelada, lo que representa una mejora del 21,6% interanual, aunque insuficiente para revertir el desplome del volumen.
El panorama para la industria cárnica argentina es de alta incertidumbre. Si bien algunos mercados alternativos ofrecen precios más atractivos y demandan cortes de mayor valor agregado, la dependencia estructural del mercado chino sigue condicionando al sector.
A esto se suma un contexto internacional volátil, con mayor proteccionismo en varios países, alta competencia global y una política local que aún no ofrece soluciones integrales para diversificar destinos y mejorar la competitividad sistémica.
En este escenario, desde el sector privado se insiste en la necesidad de avanzar hacia una estrategia de diversificación real de mercados, mayor participación en bloques económicos emergentes, y una política exportadora con reglas estables y previsibilidad a largo plazo.
El desafío no es menor: de la carne no solo viven los frigoríficos y los ganaderos, sino cientos de pymes, transportistas, proveedores y trabajadores que integran una de las cadenas más federales y dinámicas del país.
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