30 de octubre de 2024
La picada, previa a los asados o pasta del domingo, llegó también al terreno de la crisis. Como entrada o plato principal perdió un 50% de consumo, según estiman los dueños de las fiambrerías, cayó la demanda de las picadas, como consecuencia del incremento de sus costos. Por eso, quienes todavía resisten y continúan con la compra lo hacen con una diversidad mucho más acotada.
"La gente cada vez menos compra picadas, bajó un 50%
el consumo", sentenció Daniel Barraza, representante de una firma de productos
lácteos. Un estado de la demanda sobre el que Carlos Carabajal, dueño de un
almacén en la localidad bonaerense de San Fernando, añadió que "cuando abrí el
negocio, hace ocho años, te compraban siempre. Cortaban la semana con una
picadita, y ahora es muy de fin de semana, principalmente sábado a la noche". Al
respecto, Carabajal reveló que "preferentemente llevan los recortes de los
fiambres, que sobran de las picadas que hacemos, y lo complementan con unas
aceitunas. Pero se advierte una baja importante en la compra de picadas" en una
nota publicada por Crónica.
En algunos comercios, principalmente en los
supermercados barriales, se advierten en las heladeras del sector de fiambres
los sobrantes de los cortes de cada embutido y de los quesos. En otros se ofrecen
combinaciones de dos o tres variedades a precios accesibles, y están aquellos
que se especializan en el armado de las bandejas de picada. En estos establecimientos los valores varían,
de acuerdo a la cantidad y calidad de su contenido. Por ejemplo, una tabla para
dos oscila en los 11.000 pesos, y una para cuatro está en $18.800, aunque
también se obtiene a $30.000 pero rinde para 6 personas. Justamente en algunos
locales, se ofrecen combinaciones fiambreras con mínimos y máximos de
comensales con el clásico "comen 6 y pican 8", menú que cuesta unos 40.000
pesos.
De
vez en cuando
Ante esta escala de valores, el consumo se reduce a
ciertas ocasiones. En este sentido, Mauro Otatti, de una casa de picadas de
Ramos Mejía, reconoció que "la gente se da un gusto y a fin de mes es muy
flojo. La venta se agiliza un poco en fechas puntuales como los partidos de la
Selección, el Día del Padre o de la Madre y en las fiestas de fin de año". Por
su parte, Pascual, quien tiene su puesto de fiambres en la Feria de Mataderos,
dejó en claro que "en comparación al pasado un poco más o menos, bajó un 70% a
un 50%. Se nota que la gente perdió poder adquisitivo y tiene que ser un
acontecimiento excepcional para comprar una picada completa. Ahora compran una
longaniza, un queso y algo más, y ellos la elaboran".
Sin embargo, mantienen la "tradición picadera" de la
casa, por costumbre y por gusto, por ese afán de hacerse un cumplido o un
regalo a sí mismos en tiempos difíciles. Así lo expresó Roxana, de la ciudad de
Córdoba, al enfatizar que "ya no puedo ahorrar para irme de vacaciones, nos
achicamos en todo, carne casi no consumimos a no ser que encuentre alguna
oferta. Por si fuera poco, 15 lucas me gasto en una compra de cinco cosas. En
ese contexto, si no me puedo hacer una picadita para disfrutar y desconectar un
día a la semana, me bajo del mundo. Es como la cervecita o el fernet, que sabés
que no es una prioridad, pero te genera una cierta felicidad en medio de tantas
pálidas". La mujer destacó que "cuando comemos picada no hay plato principal, o
sea que reemplazamos en general la cena. El mayor protagonista es el pan".
Sin embargo, como expresaban los almaceneros y
fabricantes de fiambres y quesos, están quienes han abandonado la picada, o la
consumen de manera muy esporádica. Barraza marcó que "ya no se estila la picada
antes del asado. A lo sumo compran dos provoletas para tirar a la parrilla". En
referencia a ello, Carabajal detalló que "llevan mucho lo que es el combo de
tarta, que es paleta especial, queso cremoso, y pascualina, o la prepizza con
el queso". Una estrategia de compra que Otatti argumentó en que "una prepizza
está 1.500 pesos, le sumás el queso, jamón y aceitunas, y te gastás 6.000
pesos".
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